El místico y el informático

Hija y madre de informáticos, con, por si fuera poco, dos cuñados informáticos; sin embargo, entiendo tanto de ordenadores como ellos de las sagradas escrituras, espera, espera, espera… No estoy pensando lo que digo.

Mi padre era tanto un místico como un informático, la literatura contemporánea está repleta de informáticos que se vuelven místicos o que al menos se acercan a la tierra, a la vida, de una manera totalmente innovadora. ¡Incluso le compro una verdura ecológica maravillosa a un ex informático reconvertido en agricultor!

¿Qué pasa aquí? ¿Por qué? ¿Es que acaso no somos más que máquinas?

¿Recordáis aquello de que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios?

¿No será que hemos estado jugando a ser Dios, hasta que de pronto nos encontramos con Él y la rueda vuelve a dar otra vuelta?

La física cuántica está demostrando “científicamente” (las comillas son porque a mí siempre me entra la duda cuando alguien dice esas palabras, últimamente, mágicas: científicamente comprobado, mmmm, ¿por quién? ¿Cómo? ¿Según qué? En fin, manías mías, estas de dudar) lo que las antiguas escrituras vienen diciendo desde hace siglos (sin ninguna necesidad de comprobación científica).

Así que a un puñado de informáticos, físicos y científicos les ha explotado la cabeza y les va a seguir explotando durante bastante tiempo más, porque aún queda mucho por entender, o mejor dicho, por recordar. Sumado al hecho de que hay muchos que siguen escondiendo la cabeza, por si les explota y los tachan de locos o peor: de místicos.

Porque a mi parecer, los informáticos, los programadores en particular, son los nuevos hippies, y aquí tendré una oleada de odio viniendo hacia mí en cataratas de ceros y unos, pero antes, deja que me explique bien.

Los ordenadores desde el principio han intentado ser creados a imagen y semejanza del hombre, con algunos errores. Y los informáticos juegan a ser Dios, crean, descrean, arreglan, programan una vida proyectada. Ven cómo se comportan los programas que ellos mismos realizan, corrigen errores o aprenden de ellos y se dejan llevar a otros universos.

Los hippies en los años 70, (no los de ahora, que suelen ser caricaturescos), empezaron a coquetear con ciertas drogas y escrituras que les ayudaron a comenzar un despertar, una mirada diferente, a través de los viajes, las experiencias, el sexo, las drogas, el pelo; comenzaron a desarrollar una intuición dormida y a entender el universo del que venimos y dónde vivimos. Pero estaban muy mal educados por un sistema que quiere a la gente dormida y enseña a pasarse en todos los aspectos; más comida, más poder, más alcohol, más lujo, más drogas, más sexo, al parecer más es siempre mejor; así que los excesos les llevaron a caer otra vez en el profundo sueño del que habían empezado a despertar.

Un buen día, el informático intelectualizado se da cuenta de que puede hacer lo mismo en su vida, así que salen de la cómoda silla y empiezan a funcionar como lo hacen dentro del ordenador. En un despertar espiritual que no saben ni cómo ha comenzado.

Metafísica pura y de la buena.

Tanto si piensas que sí, como si piensas que no, tendrás razón.

Y así muchos salen del ordenador y empiezan a ver hasta dónde puede llegar el Dios que llevan dentro.

Otros se quedan dentro con el miedo y la adrenalina de crear otro universo; como si no fuera suficiente con el que conocemos, llevados también por esa educación de excesos en la que vivimos, engordando en sillas que parecen naves espaciales y necesitando gafas cada vez con mayor graduación.

También están los que intentan minimizar al ser humano a una máquina a la que podemos manipular y cambiar piezas sin aparentes consecuencias. Aunque saben que no funcionamos así, porque ellos mismos son humanos, pero lo intentan de todos modos, se los pide el Ego y el ansia de poder, otro exceso.

Mi padre le había puesto un nombre despectivo al ordenador, no porque lo odiara, sino para dejar claro quién mandaba. Los primeros informáticos, como mi padre, no es que fueran más inteligentes que los que ahora, sino que aún estaban entre dos mundos, por eso tenían claro quién mandaba.

Los informáticos que no se ven alienados por las pantallas y los estímulos, los que viven, los que leen, los que hablan, los que hacen el amor, los que comen sano, los que abrazan, los que tienen mascotas, los que caminan descalzos, los que se bañan en el mar. Esos, saben quién manda.

La gente cree que la informática es una carrera con futuro porque dentro de nada tendremos microchips en la cabeza, pero yo, por supuesto, tengo mis dudas.

La carrera de informática tiene futuro porque la línea que los separa del místico es casi transparente, y ellos lo saben. Esos informáticos no cometerán el error de los hippies, porque manejan otros conceptos, por ejemplo, el amor libre no era más que otro exceso, los informáticos tienen otras conexiones con el amor, la palabra que utilizarían sería: eficiencia. ¿Suena frío? Sí, pero eficiente.

A mí lo de eficiente me suena como una maza en la cabeza, yo me salté las pantallas y me quedé con la mística, incluso a veces ataría mi smartphone a una rata y me perdería, así que te lo pondré en palabras más místicas, más comprensibles para mí.

Cuando haces el amor y tienes un buen orgasmo, tanto siendo hombre o mujer, abres unos campos de vórtice, energía, si vas por la vida disfrutando de esos pequeños estallidos, te volverás adicto a ellos en la superficie e irás perdiendo energía vital, eso es lo que suele suceder con la idea del amor libre. Cuando encuentras la pareja con la que tienes una conexión real, profunda, eléctrica, ilimitada, entonces ese mismo campo de vórtice es abre muchísimo más y creas expansión, eso, es eficiencia. No digo que no puedas disfrutar del amor libre todo lo que quieras, pero tienes que saber que estás usando balines en una AK47. Los informáticos lo saben, porque buscan la eficiencia sobre todas las cosas.

¿Y si son ellos los que van a despertar a la humanidad?

Solo hay que conseguir que se levanten de la nave espacial y miren el horizonte.

Con Amor

~ Ara

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